jueves, 15 de septiembre de 2016

FRIEDRICH NIETZSCHE



Friedrich Nietzsche (1844-1900) filósofo alemán, poeta y filólogo, cuyo pensamiento es considerado como uno de los más radicales, ricos y sugerentes del siglo XX. Nació el 15 de octubre de 1844, en Röcken, Prusia. Su padre, un ministro luterano, murió cuando él tenía 5 años, y fue educado por su madre en una casa donde vivían su abuela, dos tías y una hermana. Estudió filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig, y fue nombrado profesor de filología griega en la universidad de Basilea a los 24 años. Su delicada salud (estuvo afectado toda su vida por su poca vista y sus constantes jaquecas) le obligó a retirarse en 1889. Al cabo de diez años sufrió una crisis nerviosa de la que nunca se recuperó. Murió en Weimar el 25 de agosto de 1900. 


Además de la influencia de la cultura helénica, en particular de las filosofías de Sócrates, Platón y Aristóteles, Nietzsche estuvo influenciado por el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, por la teoría de la evolución y por su amistad con el compositor alemán Richard Wagner. Escritor prolífico, escribió varias obras importantes, entre ellas El origen de la tragedia (1872), Así habló Zaratustra (1883-1885), Más allá del bien y del mal (1886), La genealogía de la moral (1887), El crepúsculo de los dioses (1888), El Anticristo (1888), Ecce Homo (1889) y La voluntad de poder (póstumo, 1901). Esta última obra formada por cinco libros escritos en 1888, basados en sus voluminosas notas, fruto de un largo y continuado trabajo.


 Uno de los argumentos fundamentales de Nietszche era que los valores tradicionales (representados en esencia por el cristianismo) habían perdido su poder en las vidas de las personas, lo que llamaba nihilismo pasivo. Lo expresó en su tajante proclamación "Dios ha muerto". Estaba convencido que los valores tradicionales representaban una "moralidad esclava", una moralidad creada por personas débiles y resentidas que fomentaban comportamientos como la sumisión y el conformismo porque los valores implícitos en tales conductas servían a sus intereses. Nietzsche afirmó el imperativo ético de crear valores nuevos que debían reemplazar los tradicionales, y su discusión sobre esta posibilidad evolucionó hasta configurar su retrato del hombre por venir, el 'superhombre' (übermensch).


De acuerdo con Nietzsche, las masas (a quien denominaba "rebaño", "manada" o "muchedumbre") se adaptan a la tradición, mientras su superhombre utópico es seguro, independiente y muy individualista. El superhombre siente con intensidad, pero sus pasiones están frenadas y reprimidas por la razón. Centrándose en el mundo real, más que en las recompensas del mundo futuro prometidas por las religiones en general, el superhombre afirma la vida, incluso el sufrimiento y el dolor que conlleva la existencia humana. Su superhombre es un creador de valores, un ejemplo activo de "eticidad maestra" que refleja la fuerza e independencia de alguien que está emancipado de las ataduras de lo humano "envilecido" por la docilidad cristiana, excepto de aquéllas que él juzga vitales.

Nietzsche sostenía que todo acto o proyecto humano está motivado por la "voluntad de poder". La voluntad de poder no es tan sólo el poder sobre otros, sino el poder sobre uno mismo, algo que es necesario para la creatividad. Tal capacidad se manifiesta en la autonomía del superhombre, en su creatividad y coraje. 


Aunque Nietzsche negó en multitud de oportunidades que ningún superhombre haya surgido todavía, cita a algunas personas que podrían servir como modelos: Sócrates, Jesucristo, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Shakespeare, Goethe, Julio César y Napoleón. Al concepto de superhombre se le reprochó a menudo ser el fruto de un intelectual que se desenvuelve en una sociedad de amos y esclavos y ha sido identificado con las filosofías autoritarias. Muchos eruditos niegan esta lectura ideológica y lo atribuyen a una mala interpretación de la obra de Nietzsche. 

El 3 de enero de 1889 Nietzsche sufrió un colapso mental. Ese día fue detenido tras, al parecer, haber provocado algún tipo de desorden público, por las calles de Turín. Lo que pasó exactamente es desconocido. La versión más extendida sobre lo sucedido dice que Nietzsche caminaba por la Piazza Carlo Alberto, cuando un repentino alboroto que causó un cochero al castigar a su caballo llamó su atención. Nietzsche corrió hacia él y lanzó sus brazos rodeando el cuello del caballo para protegerlo, desvaneciéndose acto seguido contra el suelo. En los días siguientes, escribió breves cartas para algunos amigos, incluidos Cósima Wagner y Jacob Burckhardt, en las que mostraba signos de demencia y megalomanía.


Aclamado poeta, Nietzsche ejerció mucha influencia sobre la literatura alemana, así como sobre la literatura europea y la teología. Sus conceptos han sido discutidos y ampliados por personalidades como los filósofos alemanes Karl Jaspers y Martin Heidegger, el filósofo judío alemán Martin Buber, el teólogo germano-estadounidense Paul Tillich, y los escritores franceses Albert Camus y Jean-Paul Sartre. La proclama de Nietzsche "Dios ha muerto" fue utilizada por teólogos radicales posteriores a la II Guerra Mundial (en especial por los estadounidenses Thomas J. J. Altizer y Paul van Buren) en sus intentos por adecuar el cristianismo a las décadas de 1960 y posteriores.  




Extraído en parte de (http://www.epdlp.com)

lunes, 15 de agosto de 2016

GURDJIEFF Y LA CONCIENCIA MORAL



"CONCIENCIA MORAL"

"Si un hombre pudiera sentir todas sus contradicciones sentiría lo que él realmente es... ¡Sentiría que está loco!."
(G.I. Gurdjieff)

En la "psique" del hombre, esto es: en el estado en que se encuentra y sirve a las "leyes generales", existen dispositivos exactamente análogos a los amortiguadores de las máquinas, a los que llamaremos "topes".

Los topes no son creados por la naturaleza sino por el hombre mismo, aunque involuntariamente. En su origen se encuentran las múltiples contradicciones de sus opiniones, de sus sentimientos, de sus simpatías, de lo que dice, de lo que hace.

Si un hombre tuviese que sentir durante su vida entera todas las contradicciones que están en él, no podría vivir ni actuar tan tranquilamente como ahora. Sin cesar se producirían fricciones, sus inquietudes no lo dejarían reposar nunca. No podemos ver cuán contradictorios y hostiles entre sí son los diferentes "yoes" que forman nuestra personalidad.
Si un hombre pudiera sentir todas esas contradicciones sentiría lo que él realmente es. ¡Sentiría que está loco!.


Para nadie es agradable sentirse loco. Además tal pensamiento priva al hombre de su confianza en sí mismo, debilita su energía, frustra su "respeto de sí mismo". De una o de otra manera tiene que desterrar este pensamiento u ocultarlo. O bien tiene que destruir sus contradicciones o dejar de verlas y de sufrirlas.

Pero un hombre no puede destruir sus contradicciones, ¿que quedaría de él?... pero deja de sentirlas cuando los topes aparecen en él. A partir de allí ya no siente los impactos que resultan del choque entre perspectivas, emociones y palabras contradictorias.
Los topes se forman lenta y gradualmente. Muchísimos, se crean artificialmente por la educación. Otros deben su existencia a la influencia hipnótica de toda la vida circundante. El hombre está rodeado de gente que habla, piensa siente, vive por medio de sus topes. Al imitarlo en sus opiniones, acciones y palabras crea involuntariamente en sí mismo "topes" análogos que le hacen la vida más fácil, ya que es muy duro vivir sin topes.

Los topes impiden toda posibilidad de desarrollo interior porque están hechos para amortiguar los choques, empero los choques y sólo ellos, pueden sacar al hombre del estado en que se encuentra, es decir, ¡despertarlo!.
Los topes arrullan el sueño del hombre y le dan la agradable y apacible sensación de que todo irá bien, que no existen las contradicciones y que puede dormir en paz. Los topes son dispositivos que permiten al hombre tener siempre la razón, le impiden sentir su “CONCIENCIA MORAL”.

Conciencia es otro término que necesita explicación. En la vida ordinaria, se toma el concepto "conciencia" de una manera demasiado simple. ¡Cómo si nosotros tuviéramos conciencia!.
De hecho, el concepto de "conciencia moral" dentro del dominio emocional, equivale al concepto de "intuición intelectual", dentro del dominio intelectual. Y así como no tenemos conciencia intelectual no tenemos conciencia moral.
La intuición intelectual es un estado en el cual el hombre conoce de una manera inmediata y total todo lo que sabe en general; un estado en el cual es capaz de ver cuán poco sabe y cuantas contradicciones hay en lo que sabe.
La "conciencia moral" es un estado en el cual el hombre es capaz de sentir de una manera inmediata y total todo lo que siente o puede sentir. Y como cada uno tiene en sí millones de sentimientos contradictorios, que van desde una constatación, profundamente escondida de su nulidad, hasta las formas más estúpidas de la infatuación — de toda clase de terrores hasta la presunción, la suficiencia y la auto idolatría – sentir todo esto simultáneamente no sólo sería doloroso, ¡sería insoportable!.


Si un hombre cuyo mundo interior consiste por entero de contradicciones, sintiese a la vez que ama todo lo que odia y odia todo lo que ama, que miente cuando dice la verdad y que dice la verdad cuando miente; y si pudiese sentir la vergüenza y el horror de tal mezcolanza, conocería entonces el estado que se le llama “consciencia moral”.
Un hombre no puede vivir en tal estado; tiene que destruir las contradicciones o destruir la conciencia. No puede destruir la conciencia, pero si hacerla dormir, lo que significa que puede separar en sí mismo mediante barreras impenetrables un sentimiento de otro, nunca verlos juntos, no sentir nunca su incompatibilidad ni lo absurdo de su coexistencia.

Pero felizmente para el hombre, es decir para su paz y su sueño, éste estado de conciencia es muy raro". Desde su más tierna infancia los topes han comenzado a desarrollarse y a fortalecerse en él, quitándole progresivamente toda posibilidad de ver sus contradicciones interiores; por consiguiente, para él no hay el menor peligro de un súbito despertar…

El despertar sólo es posible para aquellos que lo buscan, que lo quieren, y que están dispuestos a luchar a consigo mismos, a trabajar sobre sí mismos, mucho tiempo y con perseverancia para obtenerlo. Con este fin, es necesario destruir los “topes”, es decir, ir al encuentro de todos los sufrimientos interiores que están ligados a la sensación de las contradicciones.
Además, la destrucción misma de los topes exige un trabajo muy largo, y un hombre tiene que estar de acuerdo con este trabajo, comprendiendo bien que para él el despertar de su conciencia estará acompañado de todas las incomodidades y de todos los sufrimientos imaginables.
Pero la conciencia moral es el único fuego que puede fundir todos los polvos metálicos del crisol del que hemos hablado, y crear la unidad que el hombre no poseía en el estado en que emprendió el estudio de sí mismo.

El concepto de “conciencia moral” nada tiene que ver con el de “moralidad”. La conciencia moral es un fenómeno general y permanente. Es la misma para todos los hombres y no es posible sino en ausencia de topes. Desde el punto de vista de las diferentes categorías de hombres, podemos decir que existe la conciencia del hombre que no tiene contradicciones.
Esta conciencia no es sufrimiento, sino una alegría de carácter totalmente nuevo, y que somos incapaces de comprender.

El despertar aún momentáneo de la conciencia moral en un hombre con millares de “yoes” diferentes implica obligatoriamente el sufrimiento. Por tanto, si estos instantes de conciencia se repiten más a menudo y duran cada vez más a menudo y duran cada vez más, si el hombre no les teme, sino por el contrario coopera con ellos y trata de guardarlos y prolongarlos, un elemento de alegría muy sutil, un gusto anticipado de la verdadera “conciencia lúcida” penetrará gradualmente en él.




Extraído de Gurdjieff-Discípulos de C.M.


jueves, 16 de junio de 2016

Hermann Hesse - “Demian” análisis

En esta maravillosa obra Herman Hesse construye la vida emocional de un personaje y describe el camino hacia el descubrimiento de su verdadero ser. El autor alemán, en la introducción al libro señala:

“He sido un hombre que busca y lo soy aún, pero no busco ya en las estrellas ni en los libros: comienzo a escuchar las enseñanzas que mi sangre murmura en mí. Mi historia no es agradable, no es suave ni armoniosa como las historias inventadas; sabe a insensatez y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que no quieren mentirse más a sí mismos…”
En esta historia se relata el camino que Emil Sinclair hubo de vivir para dejar de mentirse a sí mismo, e ir tras aquella verdad que consideraba célula de su interior. A este género literario se le ha llamado bildungsroman, lo cual, es un término alemán que se emplea para describir el proceso de aprendizaje, formación o madurez de un personaje, en el transcurso de años que forjan su carácter o visión del mundo, como por ejemplo durante la adolescencia. A través de sus personajes, Hesse logra plasmar la intuición de revelaciones arquetípicas, o más bien, porciones de realidades psíquicas, que fuera de él constituyen los guías de su camino.

Kromer, Demian, Pistorius y Eva representan imágenes de un ser eminentemente interior, que en su manifestación consciente comunican, dirigen y edifican lo que más tarde, constituirá, como lo dijera Jung a Hesse en su comentario a esta obra, el nacimiento y crecimiento de una nueva persona. El autor, en contacto con todo este caos que se le presenta en forma de opuestos, aparentemente no-integrables, inmerso en el desorden que para un ser racional esto puede significar, se ve pues, en la necesidad de escribir y establecer un diálogo interno, para así darle forma a lo que a primera vista no encuentra cabida en el mundo del sentido, y así, poder nombrarlo.

Demian y el enfoque jungniano

El primer capítulo llamado Dos Mundos, revela ya, el primer contacto de Sinclair con su realidad, una que se ve dividida por opuestos, y en la que él toma lugar en ambas partes. La naturaleza de estos dos mundos es excluyente, y por lo tanto, a pesar de pertenecer especialmente al mundo luminoso, se ve ya dividido, pues algo de él vive también en el otro lado.

“Yo pertenecía por supuesto al mundo luminoso y recto, era el hijo de mis padres; pero donde quiera que tendiese mi vista o mi oído, encontraba siempre lo otro, y yo mismo vivía también en aquel otro mundo, aunque muchas veces me pareciese extraño e inquietante y acabase siempre por infundirme miedo y enturbiar mi conciencia”

Es la aparición de Kromer, un niño que pertenece al otro mundo, la que marca el comienzo del proceso de crecimiento en el protagonista. Este personaje, a partir de una mentira de Sinclair, le induce a una serie de tareas que debe realizar a condición de no ser delatado. Estas tareas le introducen pues, a descubrir la parte suya que pertenece a ese mundo oscuro, que hasta entonces conocía tan solo superficialmente y le parecía ajena.

“Con el corazón helado tuve que presenciar cómo se convertía en pasado y se desligaba de mí todo mi universo, toda mi vida dichosa y buena, mientras me sentía sujeto ya al mundo tenebroso y desconocido (…). Por vez primera saboreé la muerte; la muerte que sabe amarga porque es nacimiento, porque es angustia y temor ante una terrible renovación”


Según Jung, el espíritu puede presentarse en la figura de un niño o jovencito. En los hombres puede ser positiva y tiene entonces el sentido de una personalidad “superior”, pero también puede ser negativa y significa, en este caso, la sombra infantil. No se puede afirmar con seguridad absoluta que las figuras de los espíritus sean moralmente buenas. Con frecuencia presentan signos no sólo de dualidad, sino de malignidad. Sin embargo, Jung insiste en que las bases generales, sobre las cuales se edifica la vida inconsciente de la psique, son tan poco firmes, que no podemos nunca saber cuánta maldad se necesita para atraer la bondad, ni cuánta bondad es capaz de inducir a la maldad.
Kromer, encarna pues, este arquetipo del espíritu, en su aspecto negativo, y a través de tareas, en las que Sinclair debe trabajar para él, hace que el niño empiece a dejar ir, dejar morir su mundo luminoso, porque es necesario para esta terrible renovación, de la que nuestro personaje, hasta el momento, poco conoce y de allí su carácter de terrible e incierto. Ante la fatalidad y la revelación de este mundo tenebroso, aparece un nuevo guía, un nuevo espíritu, también con aspecto juvenil, pero ahora, manifestando el aspecto positivo y superior del arquetipo que antes se había mencionado.
A través de la historia de Caín y Abel, Demian se presenta a Sinclair, con cuestionamientos nuevos de aquello que hasta entonces había representado una verdad incuestionable. Caín un hombre noble y Abel un cobarde. La marca de Caín una distinción, todo esto parecía no tener ningún sentido para el niño, sin embargo, reconocía cómo, él habiendo sido una especie de Abel, y ahora hundiéndose profundamente en “lo otro”, llevaba la señal en su frente. Su perversidad y desgracia le hacían sentir superior a su padre, quien ahora aparecía como un ser ingenuo, despreciable y exclusivo del mundo luminoso, lejos de él.


Con frecuencia, el arquetipo del espíritu, plantea preguntas, a fin de guiar hacia el conocimiento de sí mismo y al acopio de fuerzas morales; esto hacía Demian precisamente: poner en duda lo establecido como punto de partida para la iniciación.
El Arquetipo del Espíritu, proporciona los medios mágicos necesarios, es decir, la fuerza inesperada e inverosímil, capaz de conducir al éxito, que representa una característica especial de la personalidad unificada en el bien y en el mal. Y es así, de forma mágica, que Kromer deja de acechar a Sinclair por intervención de Demian, quien le asegura al niño que nunca le volverá a molestar. A partir de esto, Sinclair huye de todo este caos, e intenta refugiarse de nuevo en su mundo infantil, en el núcleo filial, huyendo también así, de aquello que le había salvado, pues de alguna forma también le empujaba al crecimiento, de nuevo a la renovación.


“Retorné al paraíso perdido; al luminoso mundo parental, (…) a la bondad de Abel, agradable a los ojos de Dios.” (…) Rescatado por una mano amiga, corrí ciegamente a refugiarme en el regazo de mi madre. (…) me hice más niño, más pueril y más dependiente de lo que era”

En este momento se presentaba ante Sinclair el conflicto entre los dos factores psíquicos fundamentales, por un lado, la conciencia que intenta defender su razón y protegerse, y por el otro, el inconsciente que lucha por fluir libremente y establecer su dominio. Su reflexión hace referencia a lo tenebroso e incierto del viaje hacia sí mismo, a su inconsciente, al caos, en donde los opuestos no tienen cabida, y en donde solo a través de un proceso de vida irracional se llega a rozar la armonía, expresada en símbolos definidos. Este ha sido pues, tan solo el inicio de un camino que trae consigo muchos más obstáculos.
La naturaleza primordial y ancestral del arquetipo del espíritu encarnado en Demian, es descrita por el autor como un rostro de un hombre, una mujer, milenario, ajeno al tiempo, más parecido a los animales, los árboles o las estrellas, en sus palabras, “…un espíritu…”
Las circunstancias separan a Sinclair de su guía, se ve envuelto en una profunda soledad, en donde se abandona a una vida banal envuelta de borracheras y fanfarronería. Sin embargo, es esta sensación de soledad la que trae consigo el desasosiego necesario para avanzar en esa búsqueda y experimentar esa transición definitiva, el adiós al núcleo parental. En este momento en que Sinclair enfrenta su soledad, enfrenta también los primeros destellos de una imagen femenina, que no posee forma determinada, y descubre que esta imagen femenina abarca incluso su propio ser.

“Me parecía como un ícono o una máscara sagrada, a medias masculina, y femenina a medias, sin edad, (…). Parecía conocerme desde siempre, como una madre.(…) Y poco a poco fue apoderándose de mí la sensación de que no era Beatrice, ni tampoco Demian a quien representaba, sino a mí mismo.”

El ánima es una personificación de todas las tendencias psicológicas femeninas en la psique de un hombre, tales como vagos pensamientos y estados de humor, sospechas proféticas, captación de lo irracional y relación con el inconsciente. En su manifestación individual, el carácter del ánima, adopta la forma de la madre. El ánima, como todos los arquetipos, presenta aspectos positivos y negativos. Hesse por su lado despliega más bien, la representación de un arquetipo del ánima que desempeña el papel de poner la mente del hombre a tono con los valores interiores y, por tanto, abrirle el camino hacia profundidades interiores más hondas. No es ninguna casualidad, que a este retrato pintado por Sinclair, se le llame Beatrice, quien en la Divina Comedia de Dante, hace de guía e iniciadora en el Paraíso.

A través de esta proyección del ánima, en esta figura, Hesse logra plasmar la función positiva del arquetipo. Toma en serio los sentimientos, esperanzas y fantasías enviadas por su ánima, y las fija, por escrito, o en pintura y de esta manera surge entonces el material inconsciente. La contemplación de esta imagen como un ser real conlleva a que el proceso de individuación se vaya haciendo paulatinamente la única realidad y puede desplegarse en su forma verdadera.
Más tarde, Sinclair reconocerá que el retrato que ha pintado es la imagen de la madre de Demian, a quien nunca había visto antes. Su encuentro con Eva, -nombre que hace alusión a la fecundidad, a la imagen cristiana de la madre de todas las criaturas- ilustra la función que esta imagen desempeña en la obra:

“Por primera vez se fundían para mí el mundo exterior y el interior en una pura armonía, fiesta del alma que hace amable la vida. (…) Su saludo significaba retorno al hogar.”

Este proceso de individuación se desarrolla paralelo a la realización de la conexión del ser humano con la colectividad. El proceso de llegar al sí mismo, implica una creciente conciencia del propio lugar en el mundo y del sentido de la existencia humana.


El último capítulo simboliza la renovación, el principio del fin. Un nuevo comienzo que inicia con la muerte, y que marca el camino hacia la vida, la individuación, paralela al nacimiento de un nuevo Mundo. Hesse reflexiona de nuevo acerca de la guerra, una guerra que por ser interna, devela la oscuridad en el afuera, y dispara en contra del enemigo, el de afuera, el distinto, que más bien resulta el blanco principal de nuestras proyecciones, porque tiene algo nuestro, algo nuestro que no podemos reconocer como propio.
El proceso continúa, tan solo se ha alcanzado el fin para volver a empezar. Esta vez, Sinclair conociendo que debe escuchar dentro de sí, pues Demian le ha dicho que al hacerlo, advertirá que su presencia ya no estará fuera sino dentro de él mismo. El sufrimiento no ha cesado, pero esta vez el camino no es en soledad, le acompaña él, su sí mismo.

“La cura me hizo daño. Todo lo que después me ha sucedido me ha hecho daño. Pero cuando alguna vez encuentro la llave y desciendo a mí mismo, allí en donde en un oscuro espejo, dormitan las imágenes del destino, me basta inclinarme sobre su negra superficie acerada para ver en él mi propia imagen, semejante ya en todo a él, a él, mi amigo y mi guía…”


Demian - 3 fragmentos:

Las cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría.
(...)
Acostumbramos a trazar límites demasiado estrechos a nuestra personalidad. Consideramos que solamente pertenece a nuestra persona lo que reconocemos como individual y diferenciador. Pero cada uno de nosotros está constituido por la totalidad del mundo; y así como llevamos en nuestro cuerpo la trayectoria de la evolución hasta el pez y aún más allá, así llevamos en el alma todo lo que desde un principio ha vivido en las almas humanas. Todos los dioses y demonios que han existido, ya sea entre los griegos, chinos o cafres, existen en nosotros como posibilidades, deseos y soluciones. Si el género humano se extinguiera con la sola excepción de un niño medianamente inteligente, sin ninguna educación, este niño volvería a descubrir el curso de todas las cosas y sabría producir de nuevo dioses, demonios, paraísos, prohibiciones, mandamientos y Viejos y Nuevos Testamentos. "
(...)
" Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adoraba a su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella, soñaba con ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía o creía saber, que una estrella no podría ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que habría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella. En el momento de mayor pasión dió unos pasos hacia adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar. Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella.



Extraído de LiteITESM