El Anima y el Animus:
El “alma” que se acumula en la conciencia del ego durante el opus tiene carácter femenino en el hombre y masculino en la mujer. El anima desea reconciliar y unir; el animus trata de discernir y discriminar.
El “alma” que se acumula en la conciencia del ego durante el opus tiene carácter femenino en el hombre y masculino en la mujer. El anima desea reconciliar y unir; el animus trata de discernir y discriminar.
El anima es el arquetipo de la vida misma
Para Jung, el personaje conforma la cara exterior de la
psiquis, dado que es el rostro que se muestra al mundo. A la cara interior del
psiquismo la designa bajo los términos “ánima” (en el hombre) y “ánimus” (en la
mujer). El ánima representa el lado femenino de la psiquis del varón; y el
ánimus es la parte masculina de la psiquis femenina.
El hombre ha desarrollado su arquetipo ánima por la continua exposición a las mujeres durante muchas generaciones, y la mujer ha desarrollado su arquetipo ánimus por su exposición a los hombres. A través de la vida y la interacción uno con otro durante generaciones, cada sexo ha adquirido características del sexo opuesto que facilitan las respuestas adecuadas y la comprensión del sexo opuesto.” Se deduce de esto la importancia de estos arquetipos en las relaciones con el sexo opuesto.
Cada hombre lleva dentro de su psiquis una estampa de todas
las impresiones producidas por la mujer a través de los siglos. Lo propio
sucede con las mujeres y el ánimus. Dicha estampa, imagen o rastro es
inconsciente, y tiende a ser proyectada hacia la persona amada. El ánima en el
hombre y el ánimus en la mujer es una de las principales causas de la atracción
apasionada o del rechazo exaltado.
Anima: aspecto femenino interno del hombre.
El anima es tanto un complejo personal como una imagen
arquetípica de mujer en la psique masculina. Es un factor inconsciente
encarnado en cada niño, y es responsable del mecanismo de proyección.
Inicialmente identificada con la madre personal, el anima se vivencia más
adelante no sólo en otras mujeres, sino como una penetrante influencia en la
vida de un hombre.
En el hombre existe un imago no sólo de la madre sino de la
hija, la hermana, la amada, la diosa celestial y la diosa infernal. Cada madre
y cada amada está obligada a convertirse en portadora y encarnación de esta
imagen omnipresente y eterna, que corresponde a la realidad más profunda de un
hombre. A él le pertenece esta peligrosa imagen de Mujer; ella representa la
lealtad, a la cual él debe a veces renunciar en beneficio de la vida; ella es
la muy necesaria compensación por los riesgos, esfuerzos, sacrificios que
terminan en desilusión; ella es el consuelo de todas las amarguras de la vida.
Y, al mismo tiempo, es la gran ilusionista, la seductora, que lo arroja a la
vida con su Maya.
Y no sólo a los aspectos razonables y útiles de la vida, sino
a sus terribles paradojas y ambivalencias donde el bien y el mal, el éxito y la
ruina, la esperanza y la desesperación, se contrapesan entre sí.
Ya que ella constituye su mayor peligro, ella exige lo mejor del hombre, y si él lo posee, ella lo recibirá.
Ya que ella constituye su mayor peligro, ella exige lo mejor del hombre, y si él lo posee, ella lo recibirá.
El anima se personifica en los sueños a través de imágenes
de mujeres que van desde seductoras hasta guías espirituales. Se asocia con el
principio de eros, de modo que el desarrollo del anima de un hombre se refleja
en cómo se relaciona con las mujeres. Dentro de la propia psique, el anima
funciona como su alma, influyendo en sus ideas, actitudes y emociones.
El anima no es el alma en el sentido dogmático, no es un
anima rationalis, que es un concepto filosófico, sino un arquetipo natural que resume
satisfactoriamente todas las afirmaciones del inconsciente, de la mente
primitiva, de la historia del lenguaje y la religión.
Animus: aspecto masculino interno de la mujer.
Al igual que el anima del hombre, el animus es tanto un
complejo personal como una imagen arquetípica.
La mujer es compensada con un elemento masculino, y, por lo
tanto, su inconsciente tiene, como quien dice, un sello masculino. Esto resulta
en una considerable diferencia psicológica entre el hombre y la mujer, y por
consiguiente, he llamando animus, que significa mente o espíritu, al factor
proyectivo en la mujer. El animus corresponde al Logos paterno, así como el
anima corresponde al Eros materno.
El animus es el depósito, por así decirlo, de todas las
experiencias ancestrales de hombre que tiene la mujer (y no sólo eso, también
es un ser creador y procreador, no en sentido de la creatividad masculina, sino
en cuanto a que genera lo que podríamos llamar… la palabra espermática.
Mientras el anima de un hombre funciona como su alma, el
animus de la mujer se parece más a una mente inconsciente. Se manifiesta
negativamente en ideas fijas, opiniones colectivas e inconscientes suposiciones
a priori que reclaman ser verdades absolutas. En una mujer que se identifica
con el animus (poseída por el animus), Eros generalmente está en segundo lugar
con respecto a Logos.
Al igual que el anima, el animus tiene también un aspecto
positivo.
A través de la figura del padre, expresa no sólo opiniones convencionales, sino también lo que llamamos “espíritu”, ideas filosóficas o religiosas en particular, o más bien la actitud resultante de ellas. Así, el animus es un psicopompo, un mediador entre lo consciente y lo inconsciente y la personificación de este último.
A través de la figura del padre, expresa no sólo opiniones convencionales, sino también lo que llamamos “espíritu”, ideas filosóficas o religiosas en particular, o más bien la actitud resultante de ellas. Así, el animus es un psicopompo, un mediador entre lo consciente y lo inconsciente y la personificación de este último.
Extraído parcialmente
de Daryl Sharp, Lexicon Junguiano
Estructura de la
psique:
La teoría de Jung divide la psique en tres partes:
La primera es el Yo, el cual se identifica con la mente
consciente. Relacionado cercanamente se encuentra el inconsciente personal, que
incluye cualquier cosa que no esté presente en la consciencia, pero que no está
exenta de estarlo.
El inconsciente personal sería como lo que las personas
entienden por inconsciente. La diferencia estriba en que no contiene a los
instintos, como Freud incluía. La tercer parte es el inconsciente colectivo, que constituye la
“herencia psíquica” de la Humanidad.
Jung dice que existen ciertas experiencias que demuestran
los efectos del inconsciente colectivo más claramente que otras. La experiencia
de amor a primera vista, el déjà vu y el reconocimiento inmediato de ciertos
símbolos y significados de algunos mitos, se pueden considerar como una conjunción súbita de la realidad externa e
interna del inconsciente colectivo.
Los contenidos del inconsciente colectivo son los llamados
arquetipos.
La sincronicidad:
Sincronicidad es un término acuñado por el psiquiatra suizo
C. G. Jung, quien lo concibió para describir la singular ocurrencia de dos o
más acontecimientos de igual o similar significación, sin conexión causal
posible. Este principio incluye necesariamente a un sujeto que perciba y
experimente en forma consciente el significado común entre un hecho del mundo
interno y uno o más del mundo subjetivo. La sincronicidad se distingue así del mero sincronismo – ocurrencia
simultánea de dos sucesos cualesquiera – y se opone abiertamente a la ley de
causa y efecto.
Un ejemplo simple de sincronicidad sería el recordar
repentinamente a un compañero de colegio del que no se ha sabido nada desde
entonces; encontrarlo casualmente en la calle a las pocas horas o días, y
simultáneamente leer en el diario una información referida a la profesora que
enseñaba en ese curso.
El Self
(Si-mismo):
El arquetipo más importante es el de self . El self es la
unidad última de la personalidad y está simbolizado por el círculo, la cruz y
las figuras mandalas que Jung halló en las pinturas.
Un mandala es un dibujo que se usa en meditación y se
utiliza para desplazar el foco de atención hacia el centro de la imagen. Puede
ser un trazo tan simple como una figura geométrica o tan complicado como un
vitral.
La meta de la vida es lograr un self: El self es un arquetipo que representa la
trascendencia de todos los opuestos, de manera que cada aspecto de nuestra personalidad
se expresa de forma equitativa. Por tanto, no somos ni masculinos ni femeninos;
somos ambos; lo mismo para el Yo y la sombra, para el bien y el mal, para lo
consciente y lo inconsciente, y también lo individual y lo colectivo.
En el centro de la figura del Mandala Kalachakra se encuentra el SEFT,
el SI-MISMO; nuestro proceso de individuación.
Para Carl Jung el arquetipo más importante es el de self . El self es la
unidad última de la personalidad y está simbolizado por el círculo, la cruz y
las figuras mandalas que Jung halló en las pinturas.
Un mandala es un dibujo que se usa en meditación y se utiliza para
desplazar el foco de atención hacia el centro de la imagen. Puede ser un trazo
tan simple como una figura geométrica o tan complicada como un vitral.
La meta de la vida es lograr un self: El self es un arquetipo que
representa la trascendencia de todos los opuestos, de manera que cada aspecto
de nuestra personalidad se expresa de forma equitativa. Por tanto, no somos ni
masculinos ni femeninos; somos ambos; lo mismo para el Yo y la sombra, para el
bien y el mal, para lo consciente y lo inconsciente, y también lo individual y
lo colectivo.
Mandala Kalachakra:
Extraído parcialmente de
Aquileana