"CONCIENCIA MORAL"
"Si un hombre pudiera sentir todas sus contradicciones
sentiría lo que él realmente es... ¡Sentiría que está loco!."
(G.I. Gurdjieff)
En la "psique" del hombre, esto es: en el estado
en que se encuentra y sirve a las "leyes generales", existen
dispositivos exactamente análogos a los amortiguadores de las máquinas, a los
que llamaremos "topes".
Los topes no son creados por la naturaleza sino por el
hombre mismo, aunque involuntariamente. En su origen se encuentran las
múltiples contradicciones de sus opiniones, de sus sentimientos, de sus
simpatías, de lo que dice, de lo que hace.
Si un hombre tuviese que sentir durante su vida entera todas
las contradicciones que están en él, no podría vivir ni actuar tan
tranquilamente como ahora. Sin cesar se producirían fricciones, sus inquietudes
no lo dejarían reposar nunca. No podemos ver cuán contradictorios y hostiles
entre sí son los diferentes "yoes" que forman nuestra personalidad.
Si un hombre pudiera sentir todas esas contradicciones
sentiría lo que él realmente es. ¡Sentiría que está loco!.
Para nadie es agradable sentirse loco. Además tal
pensamiento priva al hombre de su confianza en sí mismo, debilita su energía,
frustra su "respeto de sí mismo". De una o de otra manera tiene que
desterrar este pensamiento u ocultarlo. O bien tiene que destruir sus
contradicciones o dejar de verlas y de sufrirlas.
Pero un hombre no puede destruir sus contradicciones, ¿que
quedaría de él?... pero deja de sentirlas cuando los topes aparecen en él. A
partir de allí ya no siente los impactos que resultan del choque entre
perspectivas, emociones y palabras contradictorias.
Los topes se forman lenta y gradualmente. Muchísimos, se
crean artificialmente por la educación. Otros deben su existencia a la
influencia hipnótica de toda la vida circundante. El hombre está rodeado de
gente que habla, piensa siente, vive por medio de sus topes. Al imitarlo en sus
opiniones, acciones y palabras crea involuntariamente en sí mismo
"topes" análogos que le hacen la vida más fácil, ya que es muy duro
vivir sin topes.
Los topes impiden toda posibilidad de desarrollo interior porque
están hechos para amortiguar los choques, empero los choques y sólo ellos,
pueden sacar al hombre del estado en que se encuentra, es decir, ¡despertarlo!.
Los topes arrullan el sueño del hombre y le dan la agradable
y apacible sensación de que todo irá bien, que no existen las contradicciones y
que puede dormir en paz. Los topes son dispositivos que permiten al hombre
tener siempre la razón, le impiden sentir su “CONCIENCIA MORAL”.
Conciencia es otro término que necesita explicación. En la
vida ordinaria, se toma el concepto "conciencia" de una manera demasiado
simple. ¡Cómo si nosotros tuviéramos conciencia!.
De hecho, el concepto de "conciencia moral" dentro
del dominio emocional, equivale al concepto de "intuición
intelectual", dentro del dominio intelectual. Y así como no tenemos
conciencia intelectual no tenemos conciencia moral.
La intuición intelectual es un estado en el cual el hombre
conoce de una manera inmediata y total todo lo que sabe en general; un estado
en el cual es capaz de ver cuán poco sabe y cuantas contradicciones hay en lo
que sabe.
La "conciencia moral" es un estado en el cual el
hombre es capaz de sentir de una manera inmediata y total todo lo que siente o
puede sentir. Y como cada uno tiene en sí millones de sentimientos
contradictorios, que van desde una constatación, profundamente escondida de su
nulidad, hasta las formas más estúpidas de la infatuación — de toda clase de
terrores hasta la presunción, la suficiencia y la auto idolatría – sentir todo
esto simultáneamente no sólo sería doloroso, ¡sería insoportable!.
Si un hombre cuyo mundo interior consiste por entero de
contradicciones, sintiese a la vez que ama todo lo que odia y odia todo lo que
ama, que miente cuando dice la verdad y que dice la verdad cuando miente; y si
pudiese sentir la vergüenza y el horror de tal mezcolanza, conocería entonces
el estado que se le llama “consciencia moral”.
Un hombre no puede vivir en tal estado; tiene que destruir
las contradicciones o destruir la conciencia. No puede destruir la conciencia,
pero si hacerla dormir, lo que significa que puede separar en sí mismo mediante
barreras impenetrables un sentimiento de otro, nunca verlos juntos, no sentir
nunca su incompatibilidad ni lo absurdo de su coexistencia.
Pero felizmente para el hombre, es decir para su paz y su
sueño, éste estado de conciencia es muy raro". Desde su más tierna
infancia los topes han comenzado a desarrollarse y a fortalecerse en él,
quitándole progresivamente toda posibilidad de ver sus contradicciones
interiores; por consiguiente, para él no hay el menor peligro de un súbito despertar…
El despertar sólo es posible para aquellos que lo buscan,
que lo quieren, y que están dispuestos a luchar a consigo mismos, a trabajar
sobre sí mismos, mucho tiempo y con perseverancia para obtenerlo. Con este fin,
es necesario destruir los “topes”, es decir, ir al encuentro de todos los
sufrimientos interiores que están ligados a la sensación de las
contradicciones.
Además, la destrucción misma de los topes exige un trabajo
muy largo, y un hombre tiene que estar de acuerdo con este trabajo,
comprendiendo bien que para él el despertar de su conciencia estará acompañado
de todas las incomodidades y de todos los sufrimientos imaginables.
Pero la conciencia moral es el único fuego que puede fundir
todos los polvos metálicos del crisol del que hemos hablado, y crear la unidad
que el hombre no poseía en el estado en que emprendió el estudio de sí mismo.
El concepto de “conciencia moral” nada tiene que ver con el de
“moralidad”. La conciencia moral es un fenómeno general y permanente. Es la
misma para todos los hombres y no es posible sino en ausencia de topes. Desde
el punto de vista de las diferentes categorías de hombres, podemos decir que
existe la conciencia del hombre que no tiene contradicciones.
Esta conciencia no es sufrimiento, sino una alegría de carácter
totalmente nuevo, y que somos incapaces de comprender.
El despertar aún momentáneo de la conciencia moral en un
hombre con millares de “yoes” diferentes implica obligatoriamente el sufrimiento.
Por tanto, si estos instantes de conciencia se repiten más a menudo y duran
cada vez más a menudo y duran cada vez más, si el hombre no les teme, sino por
el contrario coopera con ellos y trata de guardarlos y prolongarlos, un
elemento de alegría muy sutil, un gusto anticipado de la verdadera “conciencia
lúcida” penetrará gradualmente en él.
Extraído de Gurdjieff-Discípulos de C.M.