jueves, 5 de enero de 2017

La intangibilidad de la vida terrenal



“El despertar comienza cuando un hombre se percata 
de que no está yendo a ninguna parte, 
y que no sabe a dónde ir.”
 ~ G. I. Gurdjieff.  ~



Esta vida es un sueño dentro de otro sueño, es por eso que los Dioses nos acompañarán siempre y nosotros a ellos, por más que los neguemos, ellos son nuestro reflejo en los Mundos Superiores y aquí, en el mundo terrenal, ellos viven a través nuestro.

Solo puedo aportar lo percibido en el transcurso de mi vida, y si la analizo como una película, los Dioses solo ponen el Escenario, el  Plató Cinematográfico, pero el que nos marca la actuación, el verdadero director de cine es nuestro Espíritu, que se encuentra fuera de este mundo y que nos puede llegar a hacer nuestra vida difícil, si nos salimos de la escena marcada,  desde hacernos tropezar infinidad de veces con la misma piedra, para mostrarnos que por ahí no va la cosa, hasta mandarnos una enfermedad terminal, cuando se cansa de ver como seguimos los impulsos del Alma (atada a la materia) y no sus designios, claro que esto solo se percibe cuando tienes un dialogo con tu Si-mismo (SELF), y descubres que para tu Espíritu esta vida es solo un sueño entre infinidad y que la muerte es solo un nuevo inicio en su existencia, innacida e inmortal.



Todo hombre, tarde o temprano, deberá optar por uno de los dos únicos caminos, opuestos e irreconciliables, que existen para él: la realización de su Alma o la realización de su Espíritu. No hay una tercera posibilidad.
El camino de la mano derecha, hacia el Demiurgo (Jehová- Yahvé), a través del perfeccionamiento del Alma y su mundo material, o por el contrario el Camino de la Mano Izquierda, hacia el Incognoscible, a través de la liberación del Espíritu.

 “Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas,
fuerzan a las fuerzas cósmicas a que los reproduzcan,
tantas veces como sea necesario, para aprender el drama de lo sucedido.”

"Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma"
   ~ C.G. Jung. ~