lunes, 15 de agosto de 2016

GURDJIEFF Y LA CONCIENCIA MORAL



"CONCIENCIA MORAL"

"Si un hombre pudiera sentir todas sus contradicciones sentiría lo que él realmente es... ¡Sentiría que está loco!."
(G.I. Gurdjieff)

En la "psique" del hombre, esto es: en el estado en que se encuentra y sirve a las "leyes generales", existen dispositivos exactamente análogos a los amortiguadores de las máquinas, a los que llamaremos "topes".

Los topes no son creados por la naturaleza sino por el hombre mismo, aunque involuntariamente. En su origen se encuentran las múltiples contradicciones de sus opiniones, de sus sentimientos, de sus simpatías, de lo que dice, de lo que hace.

Si un hombre tuviese que sentir durante su vida entera todas las contradicciones que están en él, no podría vivir ni actuar tan tranquilamente como ahora. Sin cesar se producirían fricciones, sus inquietudes no lo dejarían reposar nunca. No podemos ver cuán contradictorios y hostiles entre sí son los diferentes "yoes" que forman nuestra personalidad.
Si un hombre pudiera sentir todas esas contradicciones sentiría lo que él realmente es. ¡Sentiría que está loco!.


Para nadie es agradable sentirse loco. Además tal pensamiento priva al hombre de su confianza en sí mismo, debilita su energía, frustra su "respeto de sí mismo". De una o de otra manera tiene que desterrar este pensamiento u ocultarlo. O bien tiene que destruir sus contradicciones o dejar de verlas y de sufrirlas.

Pero un hombre no puede destruir sus contradicciones, ¿que quedaría de él?... pero deja de sentirlas cuando los topes aparecen en él. A partir de allí ya no siente los impactos que resultan del choque entre perspectivas, emociones y palabras contradictorias.
Los topes se forman lenta y gradualmente. Muchísimos, se crean artificialmente por la educación. Otros deben su existencia a la influencia hipnótica de toda la vida circundante. El hombre está rodeado de gente que habla, piensa siente, vive por medio de sus topes. Al imitarlo en sus opiniones, acciones y palabras crea involuntariamente en sí mismo "topes" análogos que le hacen la vida más fácil, ya que es muy duro vivir sin topes.

Los topes impiden toda posibilidad de desarrollo interior porque están hechos para amortiguar los choques, empero los choques y sólo ellos, pueden sacar al hombre del estado en que se encuentra, es decir, ¡despertarlo!.
Los topes arrullan el sueño del hombre y le dan la agradable y apacible sensación de que todo irá bien, que no existen las contradicciones y que puede dormir en paz. Los topes son dispositivos que permiten al hombre tener siempre la razón, le impiden sentir su “CONCIENCIA MORAL”.

Conciencia es otro término que necesita explicación. En la vida ordinaria, se toma el concepto "conciencia" de una manera demasiado simple. ¡Cómo si nosotros tuviéramos conciencia!.
De hecho, el concepto de "conciencia moral" dentro del dominio emocional, equivale al concepto de "intuición intelectual", dentro del dominio intelectual. Y así como no tenemos conciencia intelectual no tenemos conciencia moral.
La intuición intelectual es un estado en el cual el hombre conoce de una manera inmediata y total todo lo que sabe en general; un estado en el cual es capaz de ver cuán poco sabe y cuantas contradicciones hay en lo que sabe.
La "conciencia moral" es un estado en el cual el hombre es capaz de sentir de una manera inmediata y total todo lo que siente o puede sentir. Y como cada uno tiene en sí millones de sentimientos contradictorios, que van desde una constatación, profundamente escondida de su nulidad, hasta las formas más estúpidas de la infatuación — de toda clase de terrores hasta la presunción, la suficiencia y la auto idolatría – sentir todo esto simultáneamente no sólo sería doloroso, ¡sería insoportable!.


Si un hombre cuyo mundo interior consiste por entero de contradicciones, sintiese a la vez que ama todo lo que odia y odia todo lo que ama, que miente cuando dice la verdad y que dice la verdad cuando miente; y si pudiese sentir la vergüenza y el horror de tal mezcolanza, conocería entonces el estado que se le llama “consciencia moral”.
Un hombre no puede vivir en tal estado; tiene que destruir las contradicciones o destruir la conciencia. No puede destruir la conciencia, pero si hacerla dormir, lo que significa que puede separar en sí mismo mediante barreras impenetrables un sentimiento de otro, nunca verlos juntos, no sentir nunca su incompatibilidad ni lo absurdo de su coexistencia.

Pero felizmente para el hombre, es decir para su paz y su sueño, éste estado de conciencia es muy raro". Desde su más tierna infancia los topes han comenzado a desarrollarse y a fortalecerse en él, quitándole progresivamente toda posibilidad de ver sus contradicciones interiores; por consiguiente, para él no hay el menor peligro de un súbito despertar…

El despertar sólo es posible para aquellos que lo buscan, que lo quieren, y que están dispuestos a luchar a consigo mismos, a trabajar sobre sí mismos, mucho tiempo y con perseverancia para obtenerlo. Con este fin, es necesario destruir los “topes”, es decir, ir al encuentro de todos los sufrimientos interiores que están ligados a la sensación de las contradicciones.
Además, la destrucción misma de los topes exige un trabajo muy largo, y un hombre tiene que estar de acuerdo con este trabajo, comprendiendo bien que para él el despertar de su conciencia estará acompañado de todas las incomodidades y de todos los sufrimientos imaginables.
Pero la conciencia moral es el único fuego que puede fundir todos los polvos metálicos del crisol del que hemos hablado, y crear la unidad que el hombre no poseía en el estado en que emprendió el estudio de sí mismo.

El concepto de “conciencia moral” nada tiene que ver con el de “moralidad”. La conciencia moral es un fenómeno general y permanente. Es la misma para todos los hombres y no es posible sino en ausencia de topes. Desde el punto de vista de las diferentes categorías de hombres, podemos decir que existe la conciencia del hombre que no tiene contradicciones.
Esta conciencia no es sufrimiento, sino una alegría de carácter totalmente nuevo, y que somos incapaces de comprender.

El despertar aún momentáneo de la conciencia moral en un hombre con millares de “yoes” diferentes implica obligatoriamente el sufrimiento. Por tanto, si estos instantes de conciencia se repiten más a menudo y duran cada vez más a menudo y duran cada vez más, si el hombre no les teme, sino por el contrario coopera con ellos y trata de guardarlos y prolongarlos, un elemento de alegría muy sutil, un gusto anticipado de la verdadera “conciencia lúcida” penetrará gradualmente en él.




Extraído de Gurdjieff-Discípulos de C.M.


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